Viviane Reding |
La comisiaria de Justicia de la UE había propuesto en varias ocasiones
la necesidad de que las empresas de la Unión incorporasen un 40% de mujeres directivas en los consejos de administración.
¿mano izquierda de la comisaria o derrota?
Romper el techo de cristal a golpe de ley
El rapto (o huida) de Helena, alejada de los brazos de su marido por
el joven Paris, inició la guerra de Troya según el mito. Las mujeres son
ahora un motivo de batalla en Europa. Los motivos son muy distintos a
los que hace más de tres milenios propiciaron el épico enfrentamiento
entre aqueos y troyanos; y esta vez se libra en la arena diplomática. La propuesta de establecer cuotas obligatorias
para acabar con la escasa presencia de féminas en altos cargos en las
empresas y las instituciones políticas ha abierto una brecha entre
países contrarios y partidarios de la medida. Para unos, solo por ley
puede romperse la infrarrepresentación femenina, ante el fracaso de las
vías voluntarias. Para otros, la cuota introduce una rigidez excesiva en
las decisiones de agentes privados.
Viviane Reding, vicepresidenta de la Comisión Europea
y titular de Justicia, quiere que en 2020 el 40% de los miembros de los
consejos de dirección de las grandes compañías europeas sean mujeres. A
principios de 2012 eran solo el 13,7% y no precisamente por falta de
preparación; ellas suponen el 60% de licenciados en Europa. Para romper
el techo de cristal que les impide a ellas ascender a las altas esferas
de poder, Reding plantea la vía de la imposición so pena de sanción. De
momento, su propuesta ha sido solo informal —la formal llegará a la
Comisión antes de que finalice el año, según ha anunciado— pero ya ha
recibido el rechazo de nueve países de manera explícita.
Gran Bretaña, Holanda, Bulgaria, República Checa, Estonia, Letonia,
Lituania, Hungría y Malta enviaron el pasado septiembre una carta a
Reding en la que mostraban su negativa a las cuotas. Los votos de estos
países son suficientes para bloquear la iniciativa en el Consejo. Pero
Reding ha manifestado en una de sus apariciones esta semana estar
preparada para una “interesante lucha”. “He recibido otras muchas
misivas de apoyo”, mencionó en una reunión mantenida con el Comité de
Derechos de la Mujer del Parlamento Europeo. Uno de esos mensajes
provenía del Gobierno francés, firmado por la ministra de Igualdad y el
de Economía, recalcó Reding.
“Todos queremos más mujeres en la dirección de las empresas, pero
esta propuesta no es buena solución, es paternalista y degradante para
las mujeres”. Así defendió Marina Yannakoudakis, representante británica
en el Comité de Igualdad de Género del Parlamento Europeo,
la posición de su país durante una reunión informativa esta semana.
Pero su discurso revela otros motivos para la negativa. “La UE no es el
lugar idóneo para imponer cuotas”, dijo. “Hemos dado pocas opciones a la
vía voluntaria”.
El discurso de los países contrarios a la medida está en la línea del mensaje de las patronales. Business Europe,
que aglutina a las organizaciones europeas de empresarios, defiende el
enfoque voluntario. “Es la mejor manera para que las mujeres lleguen a
la cima”, aseguran fuentes de la institución. Afirman, además, que las
cuotas no han funcionado en los países en los que se han fijado e
“interfieren desproporcionadamente en la libertad de las compañías y los
accionistas de organizar sus propios asuntos”. Guy Bailey, directivo de
la Confederación Británica de Industria (CBI),
añade un motivo más: “La mayoría de mujeres de negocios del Reino Unido
lo tienen claro: no quieren estar en las cúpulas solo porque son
mujeres, sino por sus méritos”.
Los datos, sin embargo, desmienten algunas de estas afirmaciones. La
vía voluntaria se ha demostrado insuficiente para impulsar el ascenso de
las mujeres. En marzo de 2011, la comisaria Reding ofreció a las
empresas que se comprometieran a aumentar la proporción de féminas
—hasta un 40% en 2020— en sus órganos de dirección. Solo 23 se han acogido a la iniciativa
desde entonces. La presencia femenina en puestos de dirección aumentó
un 1,9% en 2011, frente al 0,5 de 2010. Reding lo ve insuficiente
—“tardaremos décadas en lograr la paridad”, afirma— y achaca el impulso a
la imposición de cuotas en algunos países. La vicepresidenta destacó,
sin dar cifras, el avance conseguido en Francia, Italia o Bélgica, que
han regulado la materia. “En el resto de países no ha pasado nada”,
señaló.
El país galo estableció en enero de 2011 una cuota femenina del 40% a sus empresas de más de 500 trabajadores. Según datos de la Comisión Europea,
es el país que más ha incrementado la presencia femenina en los
consejos de administración entre octubre de 2010 y enero de 2012; un
10%. Este crecimiento está muy por encima de la media europea (1,9%) y
significa que ahora un 22% de los altos cargos son mujeres. También
Bélgica ha experimentado un fuerte impulso (más del 4%) tras regular la
materia.
La Confederación de Empresas Suecas
se opone, como su homóloga británica, a las cuotas obligatorias. Abogan
por códigos de buen gobierno y citan su país como ejemplo. Las mujeres
suponen un 25,2% de los consejos de administración de las corporaciones
cotizadas. Pese a encontrarse entre los cinco países con mayor cantidad
de mujeres en las cúpulas empresariales, el dato es peor al que
registraban a finales de 2010. La presencia femenina ha caído casi un
2%, tal como refleja el informe de la Comisión.
Reding tiene a su favor a la mayoría del Parlamento Europeo, así como los lobbies
feministas que operan en la UE. También los datos avalan sus
pretensiones. Pero la titular de Justicia no lo va a tener fácil para
sacar la iniciativa adelante. Antes de lanzar una propuesta de directiva
ya tiene una minoría de bloqueo en contra. Y tampoco está claro que los
países que no se han pronunciado estén a favor. Carmen Quintanilla,
presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso español, reconoció
ante el Comité de Derechos de la Mujer en el Parlamento Europeo la
necesidad de lograr la paridad pero incitando “con premios y desde la
voluntariedad”.
En respuesta a algunas de las objeciones de los detractores, la titular de Justicia de la Comisión ha rebajado recientemente su idea inicial.
Su última propuesta contempla que los países sean los establezcan las
sanciones y las empresas tendrían una “cláusula de flexibilidad” a la
que se podrían acoger (y elegir un hombre) en caso de no encontrar una
candidata idónea. La cuotas tendrían además fecha de caducidad. Una vez
logrado el objetivo de la (casi) paridad “ya no harán falta”, afirma la
mandataria. Pero Reding insiste en la necesidad de romper ese techo
transparente y muy duro contra el que chocan las mujeres para ascender
profesionalmente. De momento, solo el debate ya ha abierto una grieta.